Parte IV
La lucha por la amazonia y el expansionismo
brasileño
Publicado en la revista "Estrategia",
Nº 33 marzo - abril 1975, y en la revista "Oiga", de Lima,
ediciones
del
20 y 27/5 y 3/6/1977.
16. Un
siglo de tentativas de ocupación
Aparentemente, la primera tentativa
norteamericana de "internacionalizar" la
Amazonia se registró en 1853. Un teniente, Matthew Fontaine Maury,
jefe de los servicios hidrográficos de Estados Unidos, revelando
impresionantes conocimientos geopolíticos para la época,
defendía (en un libro titulado "The Amazon River and Atlantic
Slopes of South America", editado en aquel año) la tesis de
que, por estar Pará (uno de los estados brasileños de la
región) más cerca de Nueva York que de Rio de Janeiro y por
ser los transportes más fáciles hacia el Norte, se debería
internacionalizar la navegación en toda la cuenca.
No conocemos el libro de Maury, pero nos atreveríamos a afirmar
que el argumento básico de la pretensión debe haber sido,
como en tantas otras oportunidades a lo largo de la historia del colonialismo
y del imperialismo, "el beneficio que la medida representaría
para toda la humanidad...".
La idea fue oficializada por Washington, y el 31 de octubre del mismo año,
el embajador del Tío Sam ante el emperador Pedro II presentó,
en nombre de su gobierno, la reivindicación. Sería curioso
conocer el alboroto que el pedido norteamericano provocó en la corte
brasileña. Un síntoma de que el mismo fue muy grande es proporcionado
por el hecho de que solamente el 13 de setiembre del año siguiente,
casi un año después, Brasil contestó. Respuesta negativa,
lo que demuestra la existencia de tendencias nacionalistas en el seno del
gobierno de la época.
¿Por qué el interés norteamericana en navegar
par el Amazonas y sus afluentes, por regiones prácticamente desiertas
y sin ningún aparente atractivo comercial?
Seguramente no para comprobar la existencia de las Amazonas, la legendaria
tribu de mujeres mencionada por Arellana, o para encontrar el mitológico
'Macunaíma", de que nos habla Mário de Andrade. Es evidente
que la "Hylea" de Humboldt despertaba la codicia de los norteamericanos
por algo menos poético, más concreto y material: la "Hevea
brasiliensis", el árbol que llora, la "seringueira",
la productora de caucho.
Sin embargo, los ingleses, revelando la mayor preparación que tenían
entonces en asuntos imperialistas, encontraron una solución más
práctica: suplantaron a los norteamericanos, asegurándose
una superioridad que se mantuvo por cerca de medio siglo. Ya en 1872, Sir
Clement Markham, del India Offíce, había determinado
pesquisas sobre las posibilidades do cultivar la "Hevea" en las
posesiones británicas en el Extremo Oriente. Después de algunas
tentativas frustradas, Henry Alexander Wickham consiguió reunir
y remitir al Royal Britannical Garden 70 mil semillas, cuyas mudas
fueron posteriormente llevadas al Ceilán, cuyo clima presenta gran
similitud con el de la Amazonia. Ya en 1912, la producción de Java,
Sumatra, Malasia y Ceilán alcanzaba las 31 mil toneladas, pasando,
en 1919, a 300 mil. La producción brasileña nunca excedió las
50 mil.
Mientras tanto, los norteamericanos volvían a la carga. The Uníted
States Rubber Co. -dirigida por un pariente de Theodore Roosevelt- había
conseguido del gobierno boliviano el monopolio para la explotación
de una inmensa región en la frontera de Brasil.
El territorio estaba ocupado fundamentalmente por "seringueiros" 60 brasileños,
que se rebelaron contra la presencia de la compañía americana.
En 1899, para imponer el "orden imperial" en la región,
la cañonera Wilmington subió el río Amazonas. La disputa
fue solucionada con la retirada de la Rubber, que recibió una indemnización
de £ 110.000, pagada por Brasil 61.
La Amazonia seguiría siendo, en las décadas siguientes hasta
nuestros días, un objetivo fundamental de gobiernos y monopolios
internacionales. El ya mencionado Roosevelt, revelando una amplia y profunda
visión geopolítica (que debe causar envidia a los actuales futurólogos),
determinó, como presidente de Estados Unidos, la creación
de la Nationol Conservation Comission, organismo que tenía el cometido
de hacer el relevamiento de las reservas naturales norteamericanas necesarias
para asegurar el pleno desarrollo económico del país, y de
estudiar las reservas de materias primas de los países vecinos,
buscando asegurarse el control de las mismas. Uno de los principales objetivos
de la N.C.C.: la Amazonia.
En las primeras tres décadas del siglo XX, la invasión de
la Amazonia brasileña por parte de empresas extranjeras interesadas
en sus inmensos recursos naturales, fue una constante. Esas penetraciones
eran facilitadas por la acción entreguista de las autoridades centrales
brasileñas o por los gobiernos regionales. La Standard Oil consiguió,
en 1922, con carácter de exclusividad, la concesión de la "insignificante" área
de 1.794.549 km2 en el estado de Amazonas, para sus subsidiarias -The
Amazon Corp., la Canadian Co. Ltd. y la American Brazilian Co.-. La Ford
Motor Co. obtuvo la concesión de un millón de hectáreas
para que en las mismas hiciera una "plantation" de "Hevea" al
estilo asiático. Entrando en competencia con los americanos del
Norte, los japoneses consiguieron también varias concesiones millonarias.
En 1930, con la excepción de la región de Roraima y de la
ciudad de Manaus (la capital), todo el estado de Amazonas estaba en manos
de empresas extranjeras; era un verdadero condominio de grupos económicos
internacionales.
Esa etapa de la ocupación de la Amazonia terminó drásticamente
con la victoria de la revolución nacionalista de 1930. Getúlio
Vargas, el caudillo popular, anuló todas las concesiones petroleras
y pocos años después la propia "Fordlandia" volvió al
dominio nacional.
La Amazonia pasó a concentrar otra vez la atención mundial
durante la Segunda Guerra Mundial. La ocupación japonesa de la península
malaya representó un rudo golpe al esfuerzo bélico de los
Aliados. Malasia era entonces el gran productor y el caucho era uno de
los más importantes materiales estratégicos. Atendiendo al
llamado de los gobiernos aliados, el brasileño trató desesperadamente
de recuperar la decadente producción de caucho de la Amazonia. Cerca
de 50.000 trabajadores -especialmente nordestinos- fueron trasladados a
la región. Lo improvisado de la operación y las tremendas
condiciones de la selva amazónica ocasionaron miles de muertos.
Las epidemias, la malaria, la subnutrición cobraron muchas más
vidas que la campaña de la Fuerza Expedicionaria Brasileña
en Italia. Y -al revés de lo que hicieron los norteamericanos:
un fabuloso negocio de la guerra- el gobierno brasileño, por
idealismo o por ingenuidad, no sacó ningún provecho de su
situación absolutamente excepcional de proveedor de materias primas,
sin las cuales el esfuerzo bélico aliado habría fracasado.
Por los Acuerdos de Washington, Brasil se había comprometido a congelar
el precio de las materias primas y de los alimentos con que abasteció a
Estados Unidos. Eso significó un fabuloso sobrelucro para los monopolios
yanquis y una enorme inflación para el pueblo brasileño.
Seguramente fue éste el mayor de los "pecados políticos" de
Vargas.
Terminada la guerra, el gobierno y los monopolios norteamericanos volvieron
a concentrar sus miras sobre la Amazonia. Con la primera caída de
Vargas (1945) y la elección del mariscal Eurico Gaspar Dutra, las
condiciones a nivel gubernamental para nuevas incursiones eran totalmente
favorables. Una tentativa innegab1emente inteligente, pues consiguió involucrar
a las propias Naciones Unidas, se verificó en 1948. Bajo el patrocinio
de la U.N .E.S.C.O., en una reunión realizada en Iquitos, se aprobó la
organización del Instituto de la Hileia Amazónica, un organismo
multinacional constituido por diecisiete naciones, destinado a la investigación
científica y a la explotación de los recursos naturales de
la región.
En realidad, el plan significaría la enajenación gradual
de la mitad del territorio brasileño y de partes considerables de
los otros países de la cuenca. El presidente y su ministro de Relaciones
Exteriores, Raúl Fernández ya habían dado su "visto
bueno" al proyecto. Sin embargo, gracias a las denuncias de parlamentarios
nacionalistas, encabezados por el ex presidente de la República
Arthur Bernardes, a la firme oposición del Club Militar (entonces
controlado por oficiales nacionalistas) y la intensa campaña
popular, el plan fue archivado.
Aún bajo el gobierno de Gaspar Dutra se consumó la entrega
del manganeso del territorio del Amapá (situada en el extremo
norte del país), a la Bethlehem Steel Corp. El territorio
-con una superficie de 140.276 km² y una población de 119.000
habitantes (1960) pasó a constituir, en la práctica, un "feudo" del
monopolio yanqui. Ese es el propietario de los inmensos yacimientos del
estratégico mineral, del único ferrocarril Y del único
puerto de la región 62.
El último dato estadístico de que disponemos (1967), revela
una exportación de 1.623.516 toneladas de mineral. Se calcula que
en los primeros veinte años de explotación, la Bethlehem
obtuvo en Amapá una ganancia neta de trescientos millones de dólares.
El porcentaje que corresponde al gobierno local sobre el total exportado:
5%.
Con el retorno de Vargas al poder (1951), se restableció parcialmente
la política nacionalista 63.
Gracias al total apoyo popular, las campañas nacionalistas en defensa
de los intereses y de las riquezas del país, se multiplicaron. Se
obtuvo, inclusive, la aprobación del monopolio estatal del petróleo;
surgió la Petrobrás, todo un símbolo del nacionalismo
brasileño.
Sin embargo, el imperialismo norteamericano, fuerte como nunca, no podía
admitir obstáculos a sus planes de integrar a América latina
y especialmente a Brasil en sus fronteras económicas. Una de las
más violentas y científicamente planeadas campañas
líquidacionistas ya hechas en contra de un líder popular,
conducida por el State Department y ejecutada por las clases dominantes
brasileñas y por sus representantes políticos, llevó a
Vargas al suicidio.
Pero su muerte no significó "luz verde" para el avance
de los monopolios. El tremendo impacto causado por su suicidio y por la "Carta
Testamento" fortalecieron drásticamente la conciencia nacionalista
del pueblo. Ni Café Filho (controlado totalmente por los militares
de derecha) ni Juscelino Kubitscheck (“un típico
representante de la "burguesía asociada”) ni Janio
Quadros (que había sido candidato de los sectores más reaccionarios)
ni João Goulart (con sus contradicciones), consiguieron llevar la
entrega a las últimas consecuencias. El aparato de vigilancia nacionalista
era eficiente y combativo; denunciaba permanentemente todo intento de alienar
el patrimonio nacional.
Después del golpe del 1º de abril,
con la liquidación
violenta de todos los organismos nacionalistas-populares, con los militares
de la derecha encaramados en el poder en forma absoluta y los tecnócratas
representantes de los monopolios internacionales administrando el país,
la entrega fue llevada a los extremos más absurdos.
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17. La ocupación a todos los niveles
Un acuerdo establecido por Roberto Campos, el ministro de Planeamiento
del gobierno Castelo Branco, con la Academia Nacional de Ciencias de Washington,
resucitaba el proyecto de la internacionalización de la Hileia.
La Amazonia sería colocada bajo el control de un organismo internacional
dirigido por una Junta Ejecutiva con sede en Puerto Rico (e! consejo Deliberativo
sería instalado en Washington). La nueva tentativa de entrega fracasó porque
el gobernador del estado de Amazonas Arthur César Ferreira Reis,
so negó a firmarlo y denunció el negociado vendepatria. Eso
en 1965.
Ya en el año siguiente, se registró una nueva tentativa de
copar la Amazonas. Esa, protagonizada por el Hudson Institute, dirigido
por Hermann Kahn, , el famoso futurólogo. Según los técnicos
del Hudson, "casi 4/5 partes de América del Sur se encuadran
en clasificación del país C" (o sea, áreas poco
aprovechadas económicamente, del tipo "frontera", generalmente
ocupadas solamente por guarniciones militares). Esos espacios vacíos,
esas “tierras de nadie”, deberán ser sometidas a organismos
internacionales. Ellos elaborarían proyectos supranacionales y las áreas
beneficiadas serían administradas por "cuadros de administradores
y técnicos y nuevas clases empresariales, pioneros en el campo social
y en la ingeniería, todos ellos con entrenamientos, hábitos
y estímulos necesarios para cumplir proyectos importantes..." 64.
El Hudson llegó a divulgar varias publicaciones con sus proyectos
de ingeniería para el continente de reserva. Entre ellos se destacaban
los relativos a los “grandes lagos”, que objetivaban la interconexión
de las cuencas del Amazonas y del Plata. El lago del Amazonas, que debería
cubrir una extensión de 240.000 km² de territorio brasileño
y generar 60/70 millones de Kw. (potencial diez veces superior
al de las grandes hidroeléctricas del mundo), fue planificado
por los técnicos del Hudson.
Otro de los "grandes lagos" estaba previsto para la provincia
boliviana de Santa Cruz de la Sierra, con sus enormes yacimientos de hierro,
petróleo y gas natural. "Por casualidad", los proyectos
de Mr. Kahn se ubicaban en las áreas potencialmente más ricas
del continente. Y -resulta obvio- que las inversiones en esos proyectos
fabulosos (que equivalían al Presupuesto Nacional Anual de Brasil
y de varias décadas en el caso boliviano), serían norteamericanas
y el precio de las mismas sería la total alienación de los
territorios "beneficiados".
Los proyectos del Hudson fueron estudiados, con total simpatía,
durante varios años, por algunos altos mandos militares brasileños.
Se registraron, inclusive, visitas importantes: primero de Robert Panero
(el coautor de los proyectos), y posteriormente del propio Mr. Kahn. Sin
embargo, en razón de la "apertura liberal" de los años
67/68, que permitió críticas y denuncias de carácter
nacionalista, el plan fracasó. Inclusive militares, como el general
Frederico Rondan (en conferencia en el Club Militar), se manifestaron radicalmente
en contra de los proyectos enajenantes: "El proyecto del Hudson
Instítute para la construcción de un lago en la Amazonia,
representa la alienación de la soberanía brasileña:
sobre aquella región; constituye un atentado a los intereses técnicos,
políticos, económicos, sociales y militares de Brasil".
Mientras fracasaban los proyectos de ocupación total, planificada, "científica" de
la Amazonia, prosperaban los planes más modestos -a nivel empresarial
o individual-, menos publicitados, pero no menos eficientes en el sentido
de conseguir el objetivo final: la ocupación del territorio amazónico.
Una comisión parlamentaria investigadora (C.P.I.) de la Cámara
de Diputados, presidida por un militar del partido oficialista, el brigadier
Haroldo Veloso, concluyó "que más de la mitad del
territorio brasileño está separada del resto, rodeada por
un cinturón de propiedades de extranjeros. Este pasa por Turiacú (estado
de Pará), baja al Sur hasta Carinhanha (en la Bahía), sigue
hacia el Oeste después de cruzar las ciudades de São João
da Alianza e Itapací de Goiás, hasta la frontera con la Bolivia,
en el paralelo 15".
Titulares y noticias como ésta se habían tomado rutina en
los diarios brasileños: AMERICANO COMPRO TODO UN MUNICIPIO. - "Ponte
Alta del Norte, en el estado de Goiás -municipio con un millón
de hectáreas- y otras extensiones todavía no calculadas de
tierra en los municipios limítrofes, fueron compradas por el norteamericano
Stanley Amos Sellig, que dice representar en Brasil los intereses de veinte
grandes empresas de Estados Unidos, entre ellas, los grupos Ford y Rockefeller".
Correio da Manhã, un diario liberal, describía (16/6/68)
los métodos utilizados por los americanos en la consolidación
de la posesión de las tierras compradas (generalmente por medios
fraudulentos): “Joana Gato (63 años) vivía sola
en una casa de sapé (cubierta de paja), en el municipio de Piaçá,
Goiás. No sabe de dónde surgieron unas hombres rubios, altos,
con unos papeles en la mano y hablando un idioma que Joana no entendía.
Ella fue expulsada y su rancho quemado. Hoy, a las orillas del Tocantins
donde estaba la casita de “sapé”, está la hacienda
de Henry S. Fuller, presidente de la World Land Corporation”.
Por otro lado, el contrabando imperaba en forma absoluta. Todo el hinterland
brasileño es considerado por las compañías y aventureros
solitarios norteamericanas como "tierra de nadie", sin ley ni
dueño; como el far west en la época de la colonización.
Inclusive diputados oficialistas, como Oscar Correia, denunciaban la existencia
de cientos de campos de aterrizaje clandestinas en el interior, utilizados
para sacar del país oro, diamantes y minerales atómicos.
Los dirigentes de la Asociación de los Fiscales Aduaneros llevaron,
en una oportunidad, al general Golbery da Couto e Silva, entonces jefe
del Servicio Nacional de Información, denuncias concretas sobre
el contrabando y, entre otros muchos, daban el siguiente ejemplo.: en el
puerto de Hamburgo fue registrada la entrada, en 1965, de Cr$ 200 millones
de diamantes brasileños; Estados Unidos recibió, par vía
aérea, en el mismo año, desde Brasil, 150 mil quilates de
diamantes. Según los datos estadísticos oficiales brasileños,
la explotación alcanzó, en aquel año, a solamente
508 quilates.
Es obvio que el gobierno nada hizo para reprimir el contrabando, pues su
consigna principal era no enojar a los norteamericanos. La prueba de que
el general Golbery no hizo nada y que los yanquis no se enojaron, lo fundamenta
el hecho de que el general, después de cesado en sus funciones públicas
y pasado a situación de retiro, fue electo presidente de la Dow
Chemical para toda América latina. El 15 de marzo de 1974,
fue nombrado jefe de la Casa Civil del nuevo gobierno; una especie de superministro,
el Nº 2 de gobierno Geisel. Lo que "prueba" que no existe
ninguna incompatibilidad para algunos militares de derecha brasileños
en servir alternativamente al gobierno y a las empresas internacionales.
U n hecho concreto -entre miles de otros- confirma la total impunidad con
que actúan los americanos en Brasil: algunos funcionarias honestos,
no sintonizados con la realidad vigente, ignorando la "extraterritorialidad" usufructuada
por los ciudadanos norteamericanos en Brasil, sorprendieron in fraganti
a un grupo de contrabandistas de materiales atómicos. Sin embargo,
antes mismo que el Departamento de Estado interviniera, el impasse fue
subsanado, facilitándose, según los diarios del 2/11/66 la
fuga de los americanos comprometidos.
En ese procesa de ocupación física del territorio brasileño
y de enajenación del hombre brasileño del interior y de los
indios, tuvieran un papel destacado ciertas misiones religiosas norteamericanas.
Equipadas magníficamente con aviones, lanchas, con sus propios campos
de aterrizaje, disponiendo de recursos muchas veces superiores a los existentes
en manos de las autoridades locales, los misioneros hicieron de todo: desde
una catequesis antinacional y anticientífica, hasta la esterilización
de mujeres y la práctica de contrabando.
Correio da Manhã del 13/8/69 informaba que los "sertanejos" y
los indios vinculados a las misiones escuchaban la "Voz de América" y
veían exclusivamente películas suministradas por U.S.I.S.
(Servicio de Información de Estados Unidos). Las misioneros norteamericanos
vinculados al Summer Institute, traducen, hacen imprimir y alfabetizan
a las selvícolas con versiones de los Evangelios, práctica
condenada por los antropólogos pues descaracteriza totalmente la
cultura india, ocasionando inclusive entre los nativos serios trastornos
mentales. Por ejemplo.: la divulgación de la idea del infierno,
desconocida entre ellas, causa un enorme impacto emocional.
Monseñor Fernando Comes, arzobispo de Goiás, refiriéndose
a los métodos utilizados por los misioneros norteamericanos en la
esterilización de las mujeres de la región (control de natalidad
en áreas cuya población no alcanza a 1 habitante por km²...),
decía:
"La verdad es que elementos norteamericanos han cometido todos los crímenes
y absurdos en Brasil, y desgraciadamente no se puede hablar nada so pena de
ser tachado de comunista. ( ... ) Entre ellos, la campaña de esterilización
masiva. Es inequívoca la participación de misiones religiosas
en esa campaña. Sin embargo, no creo que esos pastores estén
obedeciendo a la orientación oficial de sus iglesias: deben estar realizando,
aunque en grupos, una labor personal...".
Paralelamente a esa emulación de Herodes, los misioneros yanquis
realizan otras actividades más prosaicas y lucrativas, como el contrabando. Correio
da Manhã (19/6/68), informaba: "La Organización
religiosa Asas del Socorro, con sede en Anápolis, en el estado de
Goiás, estaría utilizando sus veinte aviones en el transporte
de oro, diamantes y otros minerales hacia el exterior...".
Par el acuerdo de aerofotogrametría firmada por Brasil y Estadas
Unidos, luego del golpe de 1964, las aviones de la Geographic Division
of the United States Army pasaron a fotografiar todas las áreas
del territorio brasileño que interesan, por uno u otro motivo, a
las autoridades o a los monopolios norteamericanos. Utilizando los más
modernos procesos, como el "cintilometter", los aviones consiguen
detectar la presencia de materiales radiactivos y otros minerales hasta
cierta profundidad del subsuelo. Posteriormente, los métodos de
espionaje científico-económico fueron perfeccionados. El
profesor Ovídio Gouveia da Cunha, de la Facultad de Ciencias Económicas
de la Universidad Federal Fluminense, denunciaba "la colocación,
por potencia occidental de un satélite fijo sobre la Amazonia para
investigar las riquezas de la región y sus posibilidades como refugio
en la eventualidad de un conflicto atómico". Y agregaba: "Según
pesquisa de la comisión de Energía Atómica de Estados
Unidos, la región amazónica ofrece condiciones ideales para
refugio de la Humanidad en caso de guerra nuclear, porque será menos
alcanzada por las radiaciones que cualquier otra región del mundo...".
De esa cooperación entre militares y hombres de negocio norteamericanos
(el "complejo industrial-militar"), resultaron el descubrimiento
y-es obvio- la concesión a monopolios yanquis de fabulosos yacimientos
minerales. El estaño, la bauxita, el níquel y el mineral
de hierro de la Amazonia está hoy en manos extranjeras. Solamente
el yacimiento mineral de hierro de la Sierra de los Carajás, uno
de los mayores del mundo, representará para la United States Steel
Corp. (que controla el 49 % de las acciones de la binacional que exportará inicialmente
20 millones de toneladas de mineral al año) una ganancia, con base
en los precios actuales, de cerca de 20 mil millones de dólares.
Últimamente, los japoneses pasaron a asociarse a esos proyectos multinacionales.
En la Amazonia se harán cargo, inclusive, de la construcción
y explotación de una hidroeléctrica en el río Tocantins,
que con sus 3 millones de kW será una de las más grandes del
país.
La ocupación de la Amazonia siguió en forma acelerada en
los últimos años. Lo que desapareció de la prensa
brasileña fueron las manifestaciones nacionalistas de denuncias
y protestas, absolutamente imposibles después del Acta Institucional
Nº 5. De las últimas que se registraron, destacamos dos, por
su importancia.
El 27/9/68, el entonces ministro del Interior, general Alburquerque Lima,
afirmaba que "la Amazonia está sufriendo un acelerado
proceso de ocupación extranjera, promovida por poderosos intereses
extranjeros, a los cuales Brasil puede oponer solamente una débil
resistencia...".
"La Amazonia sigue siendo un verdadero blanco de la codicia internacional.
La polémica de los futurólogos sobre la región constituye
un síntoma de su enorme importancia en el futuro. O concretamos
su ocupación
efectiva, o corremos el riesgo de perderla definitivamente", afirmaba
el 26/6/71, al O Estado de S. Paulo, el general Rodrigo Otávio 65.
[ Arriba ]
18. ¿Ocupación o expansionismo?
La historia es antigua: tiene tres
siglos y medio de duración.
Empezó en 1639, cuando pedro Teixeira, en una verdadera epopeya,
subió con 1.000 canoas "el río llamado de las Amazonas" e
incorporó a la Corona de España (en la época Portugal
estaba bajo el dominio de la Casa Real Española) la fabulosa región
de El Dorado".
En los capítulos anteriores analizamos las múltiples tentativas,
que se desarrollaron a lo largo de un siglo, de ocupación por extranjeros
de la Amazonia brasileña y los planes de "internacionalización" disfrazados
con pretextos científicos.
Inicialmente era el caucho, la "Hevea brasiliensis", el factor
económico determinante de la codicia internacional. Hoy, los atractivos
económicos que impulsan las tentativas de ocupar la Amazonia son
mucho más amplios y seductores: los yacimientos minerales de hierro,
de manganeso, de bauxita, de estaño, etc., están entre los
más grandes del mundo y muy bien ubicados en relación a los
grandes mercados consumidores (Estados Unidos y Europa occidental); la
seguridad de la existencia de fabulosas cantidades de petróleo (ya
descubierto y en vías de explotación en regiones de la Amazonia
no brasileña, con idéntica formación geológica);
las maderas y otras esencias vegetales proporcionadas por la selva amazónica,
que representan el 20 % de las reservas forestales del mundo 66;
la posibilidad, ya perfectamente comprobada por los innumerables proyectos
en pleno desarrollo (especialmente los promovidos por las empresas asociadas
a DELTEC, el monopolio norteamericano de la carne), de transformar la Amazonia
en la mayor región ganadera del mundo; el potencial hidroeléctrico,
que solamente en la parte brasileña de la cuenca debe alcanzar cerca
de 100 millones de kW etcétera. No hay, por lo tanto, ninguna exageración
cuando David Lillienthal, del Tennessee VaIley, afirma que "1980 será la
década de la Amazonia'.
Resta saber lo fundamental: ¿en beneficio de quién? Si para
aumentar cada vez más el poder y la riqueza de los países
centrales, el confort y el despilfarro de sus pueblos, el lucro de sus “multinacionales”,
o para la emancipación económica y social de los pueblos
de la cuenca. ¿La fabulosa riqueza de la Amazonia irá a aumentar
aún más el abismo que existe actualmente entre el lujo vigente
en los países ricos y la miseria en que vegetan nuestros pueblos?.
Jornal do Brasil (29/3/73), revelando todo el triunfalismo
que caracteriza el Brasil oficial de hoy, escribía: "Las fuerzas
armadas brasileñas
están ocupadas, en este momento, en la mayor de las guerras: la conquista
de la Amazonia, que es un acervo más, un acervo monumental, a la historia
del soldado en este país'.
No cabe ninguna duda de que se trata de una guerra; de una guerra innegablemente
importante, librada dentro de los conceptos de "guerra total" establecidos
por Von Lundendorff. La Amazonia brasileña es actualmente un área
militar; está totalmente militarizada. El control militar sobre
el poder político y su tutela sobre el económico -muy grande
a nivel nacional- es todavía mucho mayor y ostensible en la Amazonia.
El comandante de un batallón de fronteras controla un área
de decenas de miles de kilómetros cuadrados. Una decisión
suya pesa mucho más -por ejercer el poder real-- que la de cualquier
gobernador de estado, de las asambleas legislativas provinciales y del
Poder Judicial. Pero ese poder se limita en las regiones controladas por
el capital monopolista, por las empresas o ciudadanos extranjeros poseedores
de enormes latifundios.
En razón de todo ello parece evidente que la lucha empeñada
por los militares brasileños en la Amazonia no es una guerra de
liberación en la clásica acepción del término.
Se mueve, en cambio, en el claroscuro de un nacionalismo que se inflama
en la ocupación efectiva y en el "destino manifiesto" expansionista,
pero que, a la vez, sirve a intereses no brasileños, contrarios
a éstos y a otros países vecinos.
Con igual criterio, las grandes carreteras amazónicas que señalaremos
más adelante pueden servir al Brasil en su lucha por la integración
de su espacio nacional, o bien ser puestas al servicio de un expansionismo
ya antihistórico, o al beneficio de los grandes monopolios internacionales,
facilitando la succión hacia el exterior de las riquezas mineras,
forestales, etcétera ...
Lo mismo se podría decir de los planes migratorios internos hacia
la región amazónica: no sirven a la redención del
hombre brasileño, sino que proporcionan mano de obra barata a las
compañías extranjeras establecidas en la Amazonia.
Queda
otra duda: ¿el objetivo
es integrar solamente la parte brasileña
de la cuenca o, coherente con la visión geopolítica de la
Escuela Superior de Guerra, toda la región amazónica? El
examen, del tremendamente ambicioso plan rodoviario 67 parece
indicar la segunda hipótesis.
[ Arriba ]
19. Carreteras: arma geopolítica
En el pasado, el poblamiento de la Amazonia brasileña -muy precario-
quedó limitado a las orillas de los grandes ríos de la región
que constituían las únicas vías de acceso. Era una
civilización esencialmente acuática; el hombre amazonense,
una especie de "animal" anfibio.
Juscelino Kubitscheck, con la construcción de Brasilia y de la carretera
Belém-Brasilia, inició una nueva etapa: la conquista de la
Amazonia seca, la terrestre. Objetivos: colonizar el hinterland brasileño,
ocupando gradualmente las tierras en la dirección Oeste. La "frontera
móvil de la civilización" avanzaría lentamente
hasta alcanzar las fronteras políticas del país en la región.
Hoy ya se pueden analizar los resultados positivos de esa política
de integración interna. Brasilia constituye un polo de irradiación
que aceleró enormemente el poblamiento y el desarrollo de todo
el Planalto Central brasileño. La Belém-Brasilia (inicialmente
ridiculizada como "camino para las onzas") constituye actualmente
el eje de un victorioso plan de colonización: 38 ciudades, a lo
largo de sus 2.161 km -hoy totalmente asfaltados.- abrigan más de
un millón de habitantes; más de 2 millones de cabezas de
ganado vacuno pueblan los campos limítrofes.
A ese proyecto netamente nacional, se sucedieron otros con características
distintas, de clara tendencia expansionista. Alcanza con examinar los planes
viales del gobierno castrense para comprobar un cambio de propósitos.
La ocupación del territorio ya no se procesaría exclusivamente
en el sentido Este-Oeste, con el avance progresivo de la "frontera
móvil de la civilización". La tendencia actual, fundada
en las tesis geopolíticas de la Escuela Superior de Guerra, asigna
preferencia a la ocupación de las áreas fronterizas. La
ocupación se procesa ahora de la periferia (de la Amazonia brasileña)
hacia el centro del país. Lo que importa es consolidar la frontera
política (solución absolutamente justificable, si se limitara
a eso), y siempre que sea posible, ampliarla en la práctica, utilizando
todos los medios pacíficos: humanos, económicos, financieros,
culturales, etcétera. Es lo que los geopolíticos denominan
la "frontera móvil", viva, dinámica; la frontera
en expansión.
El embajador Teixeira Soares, jefe de la División de Fronteras del
Itamaratí, en entrevista a los diarios, en la segunda quincena de
enero de 1974, en ocasión del lanzamiento de su libro "Historia
de la formación de las fronteras de Brasil", enunció teóricamente
lo que, hace años, se desarrolla en la práctica a lo largo
de los 15,7 mil kilómetros de fronteras terrestres de Brasil: "Mi
libro fue escrito para demostrar que la frontera, hoy, no tiene más
la concepción meramente lineal de otros tiempos. Es diferente y
dinámica, porque ella avanza y retrocede conforme a las circunstancias.
Siendo algo vivo, ejerce (la frontera) una presión natural sobre
la frontera económica y demográficamente más débil".
Un examen superficial alcanza para demostrar que en todos los casos las
fronteras económicas y demográficas son más débiles
en los países limítrofes a Brasil. Eso explica por qué las
brasileñas están, actualmente, en pleno proceso de expansión.
El diplomático brasileño señala que son pocas las "fronteras
vivas" de Brasil, solamente las de la región centro-sur: Uruguay,
Argentina y Paraguay (debería haber incluido la boliviana, especialmente
la parte correspondiente a la provincia de Santa Cruz de la Sierra, que
constituye el mejor ejemplo de "frontera viva', en expansión).
Las otras, situadas en la región amazónica -Bolivia, Perú,
Colombia, Venezuela, Surinam, Guyana y Guayana Francesa- son designadas
por el geopolítico del Itamaratí como "fronteras muertas".
Esas, agrega, “solamente ahora están siendo sometidas a un
proceso de defensa y militarización: 16 unidades militares, con
un total de 9.400 hombres ocupan actualmente el área” (Jornal
do Brasil, 21/1/74).
Veamos cómo el plan de carreteras en desarrollo en la Amazonia se
encuadra totalmente en la teoría de las "fronteras vivas". "Las
carreteras Transamazónica, Perimetral Norte y Cuibá-Santarem
constituyen un gran paso para la ocupación de esas fronteras." El
jefe del Departamento de Fronteras de ltamaratí olvida a la pionera
en ese sentido: la Brasilia-Acre. La misma se divide en tres tramos fundamentales:
la BR-070, Brasilia-Cuíabá; de ahí, con la designación
de BR-364, alcanza a Porto Velho, a 1.500 km de distancia; como BR-319,
sigue hasta la frontera de Bolivia, en Guajará Mirim. En Abuña,
a 216 km de Porto Velho, la carretera se bifurca, siguiendo el segundo
tramo hasta Rio Branco (capital del estado de Acre), y de ahí, a
lo largo de 900 km, llega a la frontera del Perú.
Walder de Goés, un enviado de Jornal do Brasil a la región,
analizaba (24/12/68), el propósito de la Brasilia:-Acre: "...partiendo
de ese último punto (Rio Branco) alcanza la frontera del Perú,
con el objetivo de vencer las regiones andinas e integrarlas a la economía
brasileña". Y agregaba, ampliando la tesis: "Esas carreteras
van a promover la integración de las regiones del oeste y la franja
oriental de los Andes a la economía atlántica (léase
brasileña). Así se establecería el punto de apoyo
para el avance brasileño, ordenado, sistemático y consciente
sobre el gran valle...".
El 12/3/72, el gobernador del estado de Acre confirmaba oficialmente el
propósito expansionista de la carretera: "La pavimentación
asfáltica de la Brasilia-Acre va a permitir que Brasil tenga una
salida para el Pacífico, al mismo tiempo que transformará el
Acre en el entrepuerto comercial de las manufacturas brasileñas
para toda la región amazónica."
La Transamazónica, partiendo del litoral atlántico del Nordeste
brasileño (João Pessoa), con sus 5.500 km de extensión,
alcanza también la frontera peruana, en la ciudad de Pucallpa. Pretende
entroncar con el sistema del país andino que lleva al puerto del
Callao, en el Pacífico.
La Perimetral Norte, con sus 4.215 kilómetros (la terminación
está prevista para 1977), presenta un carácter estratégico
militar – económico todavía más evidente: partiendo
de Amapá (el territorio feudo de la Bethlehem Steel Corp.),
corre a lo largo de las fronteras de la Guayana Francesa, de Surinam, Guyana,
Venezuela, Colombia, llegando a una extensión de la misma hasta
Cruzeiro do Sul, en la frontera con el Perú.
En agosto de 1973, fueron firmados los contratos para la construcción
de la BV-8, la carretera Brasilia-Caracas, con un total de 5.758 km, siendo
4.462 en territorio brasileño, con un gasto para Brasil de cerca
de 320 millones de dólares. Según afirmaba el entonces ministro
brasileño de Transportes, coronel Mário Andreazza, el objetivo
de la Brasilia-Caracas es "transformar Manaus en uno de los principales
polos económicos del continente" (Jornal do Brasil,
30/8/73).
En el discurso pronunciado entonces, el ministro afirmaba: "Prácticamente
todas las carreteras de la Amazonia tienen carácter multinacional...".
y enumeraba: "la carretera que parte de Macapú y liga Calcoene
con Oiapoque, alcanza la frontera con la Guayana Francesa, articulándose
con la red vial de aquel país; la prolongación de la Cuiabá-Santarém
encuentra la frontera de Surinam en la localidad de Tiriós; la Manaus-Boa
Vista se bifurca; el primer tramo alcanza la frontera con Guyana, con el
objetivo de llegar al puerto Georgetown (ofrecido al gobierno brasileño
como 'puerto libre'); el segundo tramo llegará a la frontera con
Venezuela y llevará, a través de la carretera Santa Helena-Ciudad
Bolívar-Caracas, a la capital venezolana; de la perimetral Norte
parten varias conexiones: una alcanza la frontera de Venezuela, en la localidad
de Cucuí; otra, la frontera colombiana, en Mitú; otra lleva
a Leticia, también en la frontera de Colombia; otra llega a Benjamin
Constant, en la frontera con Perú; otras dos conducirán a
las localidades de Elvira y Caxias, también en la frontera peruana".
Esa política vial de neto carácter geopolítico se
repite en lo relativo a las fronteras centrales y del sur de Brasil. No
vamos a analizar esas situaciones aquí y ahora. Alcanza con transcribir
las palabras del ingeniero Eliseu Rezende, director del D.N.E.R. (Departamento
Nacional de Carreteras de Rodagem): "Ellas (las carreteras) permitirán
la integración del sistema vial de toda América del Sur,
garantizando con eso el liderazgo continental de Brasil" (Jornal
do Brasil, 13/6/72).
Ese "liderazgo continental", según Murilo Melo Filho,
editorialista de la revista Machete y posiblemente el más
autorizado vocero del régimen, sería una fatalidad histórica: "La
fatalidad histórica es que, por determinismos geográficos,
políticos, demográficos y económicos, estamos nosotros,
los brasileños, condenados a ser los líderes de América
del Sur, como Estados Unidos lo es de América del Norte, Rusia de
Europa oriental y Japón de Asia. No queremos ese liderazgo, no lo
ambicionamos, no lo buscamos. Ni siquiera lo usurpamos. El está llegando
naturalmente a nuestras manos, en medio de tantas cargas y en el seno de
un proceso histórico irreversible. Ni tarde ni temprano sino en
la hora justa, estamos empuñando este cetro, con humildad y casi
pidiendo disculpas...".
En conferencia pronunciada en el Programa de Estudios sobre los Rumbos
del Desarrollo Brasileño, otro geopolítico brasileño,
Sérgio Estelita, afirmaba: "Brasil se podrá constituir
en la gran potencia moderna del futuro, pero para alcanzar esa posición
hegemónica no tendrá necesariamente que transformarse en
una nación dominadora desde el punto de vista estrictamente militar".
Y agregaba: "Eso no significa que no debemos disputar la hegemonía
sobre América latina. Pero para conquistarla, tenemos muchos otros
medios, como capacidad tecnológica, superioridad cultural, etcétera..." (O
Estado de S. Paulo, 1/11/71).
Ese es el punto de vista oficial, plenamente confirmado por las palabras
del entonces ministro de Ejército, general Orlando Geisel (hermano
del actual presidente de la República), en discurso pronunciado
en el Día del Aviador, en octubre de 1972: "La Revolución
brasileña del 31 de marzo de 1964, con firmeza y determinación,
con normas sabias e ingeniosa maleabilidad, está transformando
esta nación joven, de dimensiones continentales, desigualmente desarrollada,
en una GRAN POTENCIA...".
La experiencia histórica muestra cuál es el papel de las "grandes
potencias". Si los países limítrofes a Brasil no reaccionaran,
firme, urgentemente y en conjunto, los años 80 van a encontrar no
solamente la región amazónica sino toda América del
Sur integrada bajo el dominio económico, político y parcialmente
ocupadas por naturales de Brasil.
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20. El subimperialismo brasileño
La experiencia de Brasil como subimperio
viene de lejos. Cuando Brasil participa -en la primera mitad del siglo
pasado- en la caída del
gobierno nacionalista de Rosas, en Argentina, no hace más que reabrir
el Río de la Plata al comercio inglés. Después, cuando
junto con sus aliados de la Triple Alianza, destruye el Paraguay rebelde
de Solano López, no hace más que consolidar el dominio británico
sobre América del Sur.
Posteriormente, con el ascenso del imperialismo norteamericano, Brasil
se transformó en el "aliado preferido" de Estados Unidos
en el continente sur. Esta situación fue, sin embargo, perjudicada
por la política nacionalista de Getúlio Vargas y por el movimiento
nacionalista-popular que sobrevivió al viejo caudillo.
Con el gobierno de Juscelino Kubitscheck, la tentativa de establecer un "condominio
yanqui-brasileño" sobre América del Sur (la asociación
entre la burguesía industrial brasileña y los monopolios
internacionales en la explotación económica del hemisferio),
se cristalizó en el proyecto de la "Operación Panamericana".
Se intentaba así institucionalizar la política de los países
clave. Hélio Jaguaríbe, uno de los más destacados
teóricos de la "burguesía asociada" brasileña,
analizaba así el papel de Brasil como key country en América
del Sur: "Eventualmente, podrá el país, en una coyuntura
de inevitable dependencia relativa, obtener beneficios en el desempeño
de su función de país clave..." y citaba los ejemplos
de Alemania occidental y Japón. Hay que hacerse pagar la dependencia,
la sumisión hacia Estados Unidos, con el privilegio de asociarse
a la explotación de los países vecinos.
Después del golpe del 19 de abril de 1964, liquidada la contradicción
representada por el nacionalismo-popular, el subimperialismo se tornó la
estrategia oficial del Itamaratí. Aceptar conscientemente la dominación
yanqui y, a la vez, intentar imponerla a los demás países
del hemisferio, participando de las ganancias de ese dominio. Era la política
del "satélite privilegiado", ya formulada por el general
Golbery de Cauto e Silva, en 1952, en su famoso libro "Geopolítica
de Brasil".
Desde la gestión de Summer Welles en el Departamento de Estado,
Estados Unidos incentiva las ambiciones brasileñas de liderazgo
sobre el continente sur. El presidente Franklin Delano Roosevelt llegó a
proponer a Brasil como 6º miembro permanente del Consejo de Seguridad
de las nacientes Naciones Unidas (ver las memorias del secretario de Estado
Edward Stettinnius). George Kennan y N. J. Spykman teorizan sobre el papel
de los key countries. El 7 de diciembre de 1971, el presidente
Nixon "oficializó" a Brasil en el papel de subimperio: "...sabemos
que en la medida en que Brasil progresa, así también progresará el
resto del continente sudamericano. Estados Unidos y Brasil, amigos y aliados
en el pasado, son y serán amigos fuertes y próximos. Trabajaremos
juntos para un mejor futuro para su pueblo, para nuestro pueblo, para el
pueblo del resto del continente". Y señalaba el camino brasileño
corno "el camino" para los demás países del hemisferio: "Otros
países del continente eligieron sus propios medios de desarrollo.
Brasil se decidió por el camino de la iniciativa privada, no sólo
la externa. El camino brasileño es el cierto… ".
El pronunciamiento de Nixon fue el marco inicial de toda una campaña.
Cada ejecutivo de "multinacional", cada diario norteamericano
trató de estimular, en los últimos años, las ambiciones
expansionistas brasileñas. Una de esas manifestaciones que anotamos
es la del New York Times del 4/2/74: "América del Sur está siendo
gradualmente unificada bajo la influencia política y económica
brasileña (...). Ese fenómeno, que algunos consideran como
el desarrollo de un nuevo imperialismo y otros como la concreción
de un «destino manifiesto», es particularmente sensible con
relación a Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile...".
Señalaba el 14/8/73, el Newsweek: "...los brasileños
pusieron un pie en la puerta de la mayoría de los países
de América latina, encontrándose, inclusive, algunos de ellos
bajo su hegemonía..."; los diplomáticos brasileños "aceptan
orgullosos la acusación de imperialistas...".
Eso es verdad, alcanza con leer los diarios brasileños (editados
bajo severa censura oficial), que publican con destaque las acusaciones
relativas al expansionismo brasileño, y se enorgullecen de las mismas.
Gilberto Paim, por ejemplo, desertor del Partido Comunista Brasileño
y actualmente al servicio del régimen, registra con destaque patriótico: "Los
fantasmas que pueblan el subcontinente latinoamericano ganaron la compañía
del miedo al imperialismo brasileño..." (Jornal do Brasil,
17/4/72). Murilo Melo Filho, ya nombrado, espera impaciente leer con orgullo
en los muros de las capitales latinoamericanas la consigna: "Go Home,
Brasilians, fuera con los brasileños".
Otro ejemplo de esa euforia típica de los imperialismos nacientes
(en las etapas posteriores se trata de negar o disimular la agresión
imperialista), lo da un enviado especial del mencionado diario, Arthur
Aymoré, desde Bolivia: "Desde el altiplano y los valles
del oriente andino, hasta el gran Chaco y los llanos tropicales de los
ríos Beni y Mamaré, se escucha el eco de una explosión
en Bolivia; explosión que el pueblo en la calle de los mayores centros
urbanos coma La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, como los cholos
y cambas en las minas, en las faldas de las montañas y en los campos
de pastura, denominan la INVASION BRASILEÑA...".
Esa invasión –dice Aymoré- es "bien distinta
de la española del siglo XVI. La brasileña, cuatro siglos
después, está siendo recibida con no disfrazado optimismo
y esperanza, manifestado no sólo por la clase asalariada,
por el campesinado, sino sobre todo, por el incipiente empresariado y las
autoridades gubernamentales. Las armas de esa nueva invasión son
las recursos financieros y técnicas, oficiales y privados, que Brasil
está aplicando en la patria del Inca Atahualpa..." (30/9/73).
A nivel de las clases dominantes y en el seno del gobierno, es innegablemente
cierto lo que afirma el periodista brasileño. Un ejemplo, entre
muchos, de la posición de los actuales gobernantes bolivianos: "Brasil
ejerce un incontestable liderazgo en América Latina y constituye
un ejemplo a ser seguido (...). El país vecino está enriqueciendo
y puede ayudamos a combatir el hambre, la miseria y la amenaza comunista
(...). Brasil puede ofrecernos (Última, tecnología e inversiones
industriales. Bolivia ya cuenta con la ayuda brasileña para lo construcción
de carreteras, producción de energía eléctrica, conexiones
hidrográficas y en la explotación de sus recursos minerales..." -afirmaba
el 24/3/72, en Rio de Janeiro, el almirante boliviano Alberto Albarracín
Crespo-. El 5 de abril del mismo año, el presidente Banzer, negando
toda la evidencia, proclamaba en La Paz: "No existe el más
mínimo indicio de que Brasil alimente propósitos imperialistas..." (O
Estado de S. Paulo, 6/4/72).
Seguramente lo afirmado por el
periodista brasileño no es verdad a
nivel popular. Alcanza con recordar el congreso de la Federación
de los Trabajadores de Minas de Bolivia, en cuyo manifiesto está expreso
el compromiso de los mineros de "luchar contra la entrega de nuestros
recursos naturales a la voracidad imperialista, oponerse a la venta de
gas natural a Brasil y a las concesiones petroleras' (Jornal do Brasil,
24/11/73).
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21. la ocupación física
de los territorios
Mientras controla el gas natural, el petróleo
y el mineral de hierro de Bolivia; mientras trata de monopolizar el potencial
hidroeléctrico
del río Paraná y somete al Paraguay a su hegemonía
por el Tratado de Itaipú; mientras explota petróleo en Colombia
e intenta enseñorearse de los yacimientos de carbón de Cundinamarca
(en ese país); mientras el Banco do Brasil controla gradualmente
los mercados financieros de los países limítrofes; mientras
los servicios secretos brasileños incentivan y dan apoyo logístico
a golpes militares de extrema derecha en Bolivia y Chile, se procesa, también
a "ritmo de Brasil grande" -aceleradamente-, la ocupación,
anárquica, espontánea (no por esa menos efectiva), por naturales
brasileños, de las regiones fronterizas, allende los marcos.
Los ejemplos de ese expansionismo demográfico pueden ser encontrados
a lo largo de la inmensa frontera (15,7 mil kilómetros) terrestre
de Brasil.
“Decenas de seringales, grandes y medianos latifundios -situados
en territorio boliviano, a la largo de los ríos Acre, Xapurí y
Abuña, pertenecen y son habitados exclusivamente por brasileños
(...). Los 618 km de la frontera que separan Bolivia del estado brasileño
de Acre (con una profundidad media de los 100 km) están prácticamente
ocupados por brasileños (...). En ellos el idioma, la moneda, las costumbres,
las supersticiones y hasta las fechas patrias son los de nuestro país
(...). Los marineros bolivianos del Puesto Naval de Rapirram, como el propio
comando del mismo, utilizan exclusivamente la moneda brasileña” (Jornal
do Brasil, 14/1/73).
El 26/7/74 el coronel Mário Adett Samora, comandante de la 5ª División
del Ejército Boliviano, afirmaba: "La única manera de
combatir la invasión pacífica de los brasileños en
las regiones fronterizas de Bolivia, es promover la instalación
de núcleos poblados por bolivianos".
En la parte sur de la frontera brasileño-boliviana, en la provincia
de Santa Cruz de la Sierra, con sus enormes yacimientos de hierro, gas
natural y petróleo, además de sus ricas praderas, ocurre
lo mismo. El dominio económico y la ocupación física
del territorio brasileño se traducen en una descarada campaña
separatista, que cuenta con el apoyo de las clases dominantes locales.
Recientemente, la democracia cristiana boliviana denunciaba esos planes
y alertaba: "Bolivia no debe olvidar la tendencia imperialista brasileña
que ahora se yergue sobre nosotros ( ... ). Ese expansionismo brasileño
ya costó a Bolivia más de 300 mil kilómetros cuadrados
de áreas fronterizas" (Opinião, 23/1/73).
Eduardo Galeano (Marcha, 4/8/72) analizaba cómo en Paraguay
la situación es la misma: "En Paraguay, la invasión
está a la vista ( ... ). Lo comprobé personalmente, toda
la región ya no pertenece al Paraguay. Allí todo se dice
en portugués, todo se paga en cruceiros, son brasileños todos
los dueños de tierras...".
Un cable de AFP (2/6/73) confirma lo masiva que es la penetración
brasileña en la tierra de Solano López: "Alrededor de
tres mil colonos brasileños, que habitan una zona situada entre
los ríos Acaray e Iguazú, cerca de la frontera paraguaya
con el Brasil, fueron víctimas de ventas fraudulentas de tierras
por una empresa colonizadora".
En el extremo norte, la invasión de tierras bolivianas por los brasileños
está directamente vinculada a la penetración de empresas
yanquis en la Amazonia brasileña. Los planes norteamericanos (especialmente
los de Deltec, King' s Ranch, etcétera) de transformar inmensas áreas
de la selva amazónica en pasturas para la crianza de ganado, están
provocando el éxodo masivo de los "seringueiros" brasileñas
hacia Bolivia: "La fuga en dirección a los 'seringais' bolivianos
es la única alternativa de miles de trabajadores que nacieron y
siempre vivieron en la selva. El camino que les queda es irse al interior
de la Amazonia boliviana ... ", afirmaba a Jornal do Brasil un "seringaleiro" (propietario
de "seringal") de la región (4/2/73).
La mismo ocurre en la región de Mato Grosso, más al Sur (frontera,
a la vez, con Bolivia y Paraguay): "En Mato Grosso, las tierras buenas
para la agricultura están siendo devastadas para la crianza del
ganado. La agricultura está siendo expulsada y la subsistencia del
hombre que para allí inmigró en busca de mejores condiciones
de vida, tornase inaguantable" (Jornal do Brasil, 13/6/73).
Expulsado por el latifundio ganadero, el campesino pobre brasileño
tiene que irse, cruzar la frontera. Víctima de un sistema social
injusto, se convierte inconscientemente en instrumento del expansionismo
brasileño.
La especulación inmobiliaria, consecuencia de la apertura de las
grandes carreteras, es otro factor determinante de la migración
del hombre rural brasileño: "Hasta 1971, la hectárea
de tierra en áreas a las orillas de la Transamazónica valía
en promedio Cr$ 2,OO (7,5 cruzeiros = 1 U$S); ya en principios de 1973,
alcanzaba, en algunos casos, a los 150 cruceiros (Jornal do Brasil,
4/2/73).
En las regiones del sur de Brasil, se verifica fenómeno idéntico,
pero motivado por otras causas. Es consecuencia del boom de la agricultura
mecanizada (las grandes "plantations" al estilo norteamericano,
de trigo, soya, arroz, sorgos, maíz, etc.) se registra una tremenda
valorización de las tierras. Ellas valen, en Rio Grande do Sul,
Paraná y Santa Catarina (los estados brasileñas limítrofes),
de tres a seis veces más que los ricos campos de Argentina y Uruguay.
Esa enorme disparidad económica transforma la frontera política
en un mito. En consecuencia, la ocupación física -compra
de tierras mediante- de las áreas allende las fronteras se procesa
en forma rápida y aparentemente sin resistencia.
Si comparamos la situación demográfica, la disparidad entre
el poblamiento de las regiones fronterizas de Brasil, par un lado, de Argentina,
Paraguay y Uruguay por otro, la situación es idéntica. Los
estados del sur de Brasil presentan una densidad demográfica de
tres a diez veces superior a la de las provincias o departamentos paraguayos,
argentinos y orientales ubicados en la frontera.
Las estados de Rio Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina presentan
actualmente una población superior a ]as 20 millones. Misiones y
Corrientes, las provincias argentinas correspondientes, suman paco más
de un millón de habitantes.
En una conferencia pronunciada en Posadas, el general Juan Enrique Guglialmelli
analizaba en detalle los datos demográficos de la zona y los coeficientes
de presión demográfica. Entre ellas, una muy significativa,
pues revela que en Argentina se verifica un fenómeno diametralmente
opuesto al que se registra del lado brasileño de la frontera. Mientras
-en 1960- 170.025 nativos de Corrientes y Misiones vivían en la
Capital Federal y Gran Buenos Aires, 73.002 ciudadanos paraguayos y brasileños
habitaban las dos provincias argentinas.
Se verifica así, en la práctica, lo que teoriza Teixeira
Soares, el jefe de la División de Fronteras del Itamaratí: "La
frontera viva (en el caso, la brasileña) ejerce una natural presión
sobre la frontera económica y demográficamente más
débil".
El dominio económico y la presión demográfica en las
zonas fronterizas dan origen, a su vez, a un proceso de colonización
cultural. Jorge Taiana, ex ministro de Educación argentina, decía
después de una visita a la provincia de Misiones: "Hay escuelas,
en la región, donde los niños no comprenden lo que les enseña
la nuestra, pues están habituados a hablar el idioma portugués
y no dominan el español" (Jornal do Brasil, 26/10173).
Esa
situación presenta antecedentes históricos muy elucidativos.
El más destacado, en América, es la incorporación
por Estados Unidos de las provincias mexicanas más ricas. Más
reciente y consecuentemente más difícil de ser olvidada,
es el caso de los Sudetes, que sirvió de pretexto a Hitler para
la invasión
de Checoslovaquia. La propia historia brasileña registra un antecedente:
la anexión del Territorio de Acre, a principios de siglo; la causa "justificadora":
la región era mayormente habitada por ciudadanos brasileños.
[ Arriba ]
Conclusiones
Creemos poder resumir así los
objetivos expansionistas de quienes gobiernan actualmente Brasil: establecer
-golpe de estado mediante- gobiernos satélites (caso de Bolivia);
obtener -por medio de sociedades binacionales y por la ayuda financiera-
la alianza con las clases dominantes de los países limítrofes;
satelizar -con la integración vial-
las economías vecinas, y, a nivel no gubernamental, ocupar físicamente
-por la compra de tierras- las regiones del otro lado de las fronteras.
Infelizmente, son muy pocas, prácticamente nulas, las reacciones
en los países vecinos a los innegables propósitos expansionistas
brasileños. Y cuando se verifican, nunca ultrapasan el plan verbal.
Aparentemente, la única iniciativa concreta actualmente en marcha
es la que fue anunciada el 12/7/73, por el entonces primer ministro peruano,
general Edgardo Mercado Jarrín: “El ejército peruano
construirá centros de colonización y carreteras en la Amazonia
peruana. Tales centros están ubicados en las zonas de Abujas, Inaparí y
Breu. Las carreteras que serán construidas unirán las ciudades
peruanas de Pupallca y General Rerrera”. El ministro calificó de
muy importantes esos proyectos para la manutención de la soberanía
nacional..." (Jornal do Brasil, 13/7/73).
Si
los países de América del Sur, especialmente los que limitan
con Brasil (todos menos Chile y Ecuador), no adoptaron medidas concretas,
no ocuparon efectivamente sus respectivas regiones fronterizas, poblándolas
y ejerciendo su efectiva soberanía sobre las mismas, y, a la vez,
neutralizaron los planes económicos y financieros, culturales y
políticos
brasileños, el fin del siglo podrá encontrar todo el hemisferio
abrasilerado. La alternativa es seguir el consejo de un antiguo agregado
militar yanqui en Río y factor protagónico del golpe militar
del 1º de abril de 1964, el general Vernon Walters: "Aprender
el portugués con acento brasileño..."
[ Arriba ]
60. Recolectores
de caucho
61. Posteriormente 1904,
esa región, bajo el nombre de Territorio del Acre -actualmente
estado- con el área de 152.589 kms., fue anexada oficialmente
a Brasil. Lo que comprueba que la dualidad que caracteriza la política
exterior brasileña -colonia e imperio a la vez- viene de lejos,
tiene profundas raíces históricas.
62. Un
puerto de uso exclusivo de la compañía; esa concesión hizo a Brasil retroceder
a una situación vigente antes de 1808, cuando Juan VI abrió todos
los puertos brasileños a todos los países amigos.
63. En
razón del monocentrismo que eliminaba prácticamente
las contradicciones en el campo capitalista, hábilmente explotadas
por el viejo caudillo antes de la guerra, y por el hecho de estar las FF.
AA. brasileñas en 'su mayoría "pentagonizadas",
era muy difícil la plena vigencia de una política
netamente nacionalista.
64. Sobre
ese plan, véase el Informe de la Alianza, "Progreso
65/66".
65. Sin
embargo, no es la opinión de esos generales nacionalistas la que prevalece
en este momento. El primero ya pasó a la situación de
retiro y el segundo fue retirado de la dirección de la Escuela
Superior de Guerra, por haber promovido un ciclo de conferencias a
cargo de generales peruanos…
66. Concluidos
los trabajos de relevamiento aerofotogramétrico
del Estado de Pará, se verificó la existencia de maderas
de ley y nobles por un total de 2,5 mil millones de pies cúbicos,
que al precio de entonces representan un valor de 35 mil millones de dólares,
dos veces el total de la deuda externa de Brasil en aquel momento.
67. Antes
de 1980 la región estará cruzada
en todos los sentidos por cerca de 20 mil kilómetros de carreteras
de primera categoría, lo que representará una inversión
superior a los mil millones de dólares.
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